Que sean mis manos las que
te expresen,
que sean mis ojos lo que te
hablen,
y que sea mi cuerpo el que
musite,
los «te quiero» de cada
noche.
Comprenderás entonces que
no
te mentí cuando te dije,
que en mi cama nadie más
que tú,
ni nadie venera más mi
cuerpo.
Que la vida es muy corta,
y aunque la espera sí es
muy larga,
esperaré todo lo que haga
falta.
Nunca te mentí, no tengo
motivos
cuando te dije que te
amaba,
mi alma es libre y si he
decidido
quedarme contigo, no es por
ninguna
razón extraña.
Me quedo contigo porque te
quiero
y porque me da la gana.
A.G.
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