Me enredas en tu red
poco a poco.
Envolviéndome entre
el dolor y la desesperación
cada vez más difícil de soportar.
Te adueñas de mi cuerpo
clavándome tus garras,
para que no me escape.
Me niego, me niego,
me niego.
Pero vuelves otra vez,
apoderándote de mí,
porque sabes que
consigues la victoria
y me dejo vencer
ante tanto dolor.
Siempre estás presente,
acechándome con tu
espada de Damocles
sobre mi cabeza.
Me niego, me niego,
me niego.
Estoy más viva
que nunca y te
alimentas de ello.
No soporto tanto dolor,
pero parece que disfrutas
viéndome sufrir.
Aparta tu espada
de mi cabeza.
Rompe esa red
que me envuelve
y me posee.
Porque me niego
a que sigas alimentándote
de mi cuerpo.
El dolor nunca es fingido.