Respetar y el saber estar. Es mi lema para vivir de frente la vida. Amo a los animales por encima de muchos humanos. Casi siempre me dejo guiar por el corazón, aunque me lleve muchos disgustos, pero no me importa, prefiero ofrecer amor incondicional, que pasar por la vida sin ofrecer nada. Soy amiga de mis amigos y los defiendo con la mejor arma que tengo, la sinceridad y verdad. Aun no siendo rencorosa y perdonar con facilidad, aparto sin temblarme el pulso, a las personas toxicas y que traicionan mi amistad. Si no te gusta mi manera de pensar, si no eres defensora/ or de los animales; no me interesas ni como humano, ni como amigo. Te agradecería que me borraras de tus amigos y salieras de esta página.

viernes, 12 de marzo de 2010

Huérfanos en la Literatura Española














Hoy nos hemos quedado huérfanos. Ha muerto Miguel Delibes.

Desde mí blog, quiero rendir mí humilde homenaje a un maestro de los grandes en la Literatura Española.



Descanse en paz.



    Hasta siempre maestro.



Narrador español. Nació en Valladolid en 1920. Premio Nadal de Novela en 1947, ha publicado La sombra del ciprés es alargada (1948), Aún es de día (1949), El camino (1950), Mi idolatrado hijo Sisí (1953), La hoja roja (1959), Las ratas (1962), Cinco horas con Mario (1966, cuya adaptación teatral es de 1979), Parábola del náufrago (1969), Las guerras de nuestros antepasados (1975, adaptada al teatro en el 1990), Los santos inocentes (1981, llevada al cine por Mario Camus), Mujer de rojo sobre fondo gris (1991), Coto de caza (1992). Muchas de sus obras tiene que ver con el mundo de la caza, lo que explica su caracterización como "cazador que escribe": desde el Diario de un cazador (1955) y Diario de un emigrante (1958), hasta El libro de la caza menor (1964) o Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo (1979) entre otras obras, a las que hay que añadir aquellas que reflejan también su interés por la pesca, el fútbol y la vida al aire libre. Es también autor de los cuentos de La mortaja (1970), de la novela corta El tesoro (1985) y de textos autobiográficos como Un año de mi vida (1972). Entre los motivos de su obra destaca la perspectiva irónica frente a la pequeña burguesía, la denuncia de las injusticias sociales, la rememoración de la infancia, por ejemplo El príncipe destronado (1973), la representación de los hábitos y el habla propia del mundo rural, muchos de cuyos términos y expresiones recupera para la literatura. La novela Diario de un jubilado (1995) es un retrato irónico y tierno sobre la vida y las relaciones entre dos viejos que alcanzó un gran éxito de público. Su última obra publicada, He dicho, es una colección de ensayos sobre los temas más diferentes pero muy propios del mundo de Delibes, por lo que en realidad es una semblanza autobiográfica. Además del Nadal, ha recibido el Premio de la Crítica (1953), el Premio Príncipe de Asturias (1982), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1991) y el Premio Cervantes (1993). © eMe






Datos escogidos de su Web.


lunes, 8 de marzo de 2010

Presentación libro


































Mapa para llegar











Dedicada a todas las mujeres del Mundo.





A ti Mujer 







A ti mujer que das sin esperar

nada a cambio dejando de lado

tú hermosa figura olvidando las

cicatrices que te producen para ofrecer

con ilusión tú vientre a la vida.



A ti mujer que amamantas

de tus pechos alimento y

entregas miles de caricias sin

esperar nada a cambio.



Sí. A ti mujer que proteges a tus retoños

con uñas y dientes si están en peligro y

fuera necesario.



A ti mujer que te das a los tuyos

en cuerpo y alma aun sabiendo

que no existe gratitud humana

por parte del Mundo.



A ti mujer que te levantas sonriente y feliz

cada día, luchando ante toda adversidad,

trabajando de sol a sol para que a tú familia

nada le falte.



Si. Sí. A ti mujer que con un beso de tú esposo

y un mami te quiero, te sientes la mujer

más dichosa dando por recompensados

tantos sacrificios y esfuerzos.



Ana Giner.

lunes, 1 de marzo de 2010

Amor furtivo





 

Hacía tiempo que se veían a escondidas. No sabe si mentía o no, tampoco le importaba mucho. Era plenamente feliz, satisfacía todos sus deseos como nadie y eso era lo que le interesaba de él. Decía que se había enamorado como un chiquillo y le gustaba esa sensación de esperar el día en que pudieran verse. Tal vez por la novedad y la emoción de estar con una mujer prohibida. Él muy sutilmente le inducía al pecado cada vez que quedaban con algún pretexto. No podían refrenar esa excitación que sentían cada vez que estaban cerca. Tampoco querían hacerlo, aunque ella le comentaba que deberían de dejar de verse ya que no conducía a nada por parte de ella. No podían caminar juntos, como tampoco ir al cine juntos, ni besarse, ni cogernos de la mano. Cosas típicas de pareja. Pero es que no eran una pareja le decía ella y él parecía conformarse con solo el hecho de tenerla de vez en cuando junto a él en una fría habitación de un hotel cualquiera. Tan solo caldeada por el calor que desprendían sus cuerpos amándose apasionadamente.




Empezó con cariño, amistad y sexo, aceptado por los dos para pasar sin darse cuenta quemándose ya que poco después él quería y pedía más y ella nadando entre dos aguas no podía sacar más tiempo del que le ofrecía.




¿Más? No puedo- dijo ella.



Pasaban algunas noches juntos, era todo cuánto ella le podía ofrecer en aquellos momentos y evidentemente no quería hacer daño ni a su marido ni a él. Pero poco a poco se le iba metiendo en sus pensamientos y en su corazón, cautivándola hasta el punto de pensar, solo pensar, en irse con él. Podía haberle amado con toda su alma si él hubiera tenido paciencia, podía haberla tenido a su lado con solo dejar pasar un tiempo y no ser tan exigente.

Pero la razón dice, que nunca acaba bien lo que mal ha empezado, y ella muy cabal, no quiso que se produjera tal hecho. Tan solo se limitó a quedarme pasiva pensando que hubiera pasado si lo hubiese abandonado todo por aquel hombre. Tan solo días después tuvo que enterarse que aquel hombre que la amaba tanto, según le decía, olvidaba todo lo vivido inclusive sus propias palabras y se marchaba con otra. Ella siempre se ha preguntado si él en su corazón la ha podido olvidar.




Fin


viernes, 26 de febrero de 2010

Presentación libro






Es para mí un placer invitaros a la presentación mañana sabado día 27 a tan emotivo evento.


Un beso muy grande a todos.


Ana Giner.

domingo, 31 de enero de 2010

El amor de una madre










Imagen de Gustavo Pujalte








En su andadura por toda la casa, vio una figura moverse de una estancia a otra. Más allá de llamar a Felipe cogió un atizador de la chimenea y se fue para ver quien era el intruso que se había colado perturbando su sueño.




En esos momentos vio una mujer con un vestido blanco inmaculado, de cabellos rubios y una túnica azul cubría sus hombros. Quedó paralizada ya que ella esperaba a un hombre que tal vez quería robarles.


No pudo reaccionar, con lo que la mujer de cabellos rubios se acercó a petra y sin mediar palabra la arañó en toda su cara diciéndole que jamás volviera a ponerle una mano encima a Judit. Si vuelves a pegarle volveré y juro por Dios que no solo te arañaré.


Petra no era mujer que se dejaba intimidar, pero asustada y temblando se fue a su habitación. A la mañana siguiente Petra tenía su cara marcada con arañazos. No le dijo nada a Felipe de lo ocurrido, pero miraba a Judit y no se atrevía ni tan siquiera a acercarse a ella.


Esta malvada mujer jamás se atrevió a ponerle la mano encima a Judit.


Una vez más una madre hace todo cuanto esta en este Mundo y en cualquiera para proteger a su hija.


Fin







miércoles, 27 de enero de 2010

El amor de una madre II





Pintura de Gustavo Pujalte






Un buen día, de tanto pedirle a su mama que la cuidara, desde el cielo, se le presento sentada al pie de su cama. ¡Mama!, ¡Mama! Gritaba la niña, con lágrimas en los ojos. Te he echado mucho de menos.






Y yo mí vida, y yo. ¿Que tienes ahí mí niña?-Son cardenales mami de las palizas que me da Petra. -Dijo la niña desconsolada.- yo soy buena mami, no le hago enfadar, pero me pega igualmente.




-No temas mí vida. Esa mujer nunca más te pegará. Te lo juro tesoro mío.




Pasaron los días y Petra seguía pegándole por cualquier cosa que Judit decía o hacía. Pero la niña ya más valiente le decía que algún día su mama bajaría del cielo y la arañaría para que no le pegara más. Más allá de asustarse por lo que Judit le decía todavía le pegaba más. El padre dejó de regañar a su hija y hacía como que no veía ni oía nada. Jamás defendió a su hija, como ella merecía.




Una noche se oían ruidos en la casa. Judit en su habitación dormía tranquila, bueno todo lo tranquila que puede dormir una niña pequeña asustada por si la pegan otra vez. Felipe también dormía a pierna suelta, tan solo Petra se levantó a ver que eran esos ruidos que no la dejaban dormir.




Continuará....


miércoles, 20 de enero de 2010

El amor de una madre.















Era una familia prefecta. Felipe y Ángela adoraban a su única hija, Judit. Judit tenía adoración por sus papás. Vivian en una casa grande llena de animales y muchas plantas, eran muy felices. Aunque no alardeaban de ninguna ostentación, era más de lo que ellos en un principio cuando se casaron pensaron obtener en la vida. Tal vez si Ángela no se hubiera enfermado la felicidad les hubiera sonreído para el resto de sus vidas. Pero no fue así y Ángela enfermó, ya nada era igual todo cambió para esta familia. Poco tiempo después se truncó dicha felicidad cuando Ángela murió dejando desolados a un padre solo y una hija pequeña. La niña estaba muy unida a su padre y así con la pena en su corazón por la pérdida de la su madre iba creciendo.


Un día Felipe conoció a una mujer. Petra. Poco tardo en casarse con esta mujer que le prometía cuidar a su hija como si fuera propia de ella y él la creyó.


Judit solo rezaba a su niño Jesús para que la cuidara y la quisiera mucho. También le pedía todas las noches a su mama que esta en el cielo que la protegiera de todo mal.


Un día rompió un plato al estar ayudando a ponerlos en la mesa para comer. Petra le dio tal paliza que los cardenales eran de cierta consideración. Sería la primera de muchas palizas más. Judit intentaba decirle al padre lo que esta mujer le hacía, pero apenas estaba en la casa y cuando volvía del trabajo solo hablaba con Petra. Ella le contaba mentiras que Judit hacia y él aun no dando crédito a esta malvada mujer, regañaba a su pequeña.


Había comenzado un círculo en el que Judit había dejado de ser la niña de su padre para convertirse en la hijastra de los dos.



Continuará......